Una socia de Ballena cuenta su experiencia en la ruta organizada por la revista al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en otoño de 2021. «Cuidas mejor aquello que conoces».
Texto: María Campello | Fotografías: Eduardo Viñuales
Llegó el Puente de todos los Santos de este año y a pesar de la previsión del tiempo, que anunciaba chuzos de punta, 25 amigos de Ballena Blanca respondimos a su llamada y nos reunimos en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Podríamos haber ido por nuestra cuenta, pero no hubiera sido lo mismo.
Los colores del otoño estaban en su máximo esplendor. La amenaza de lluvia no se cumplió, sin embargo, había estado diluviando los días previos y eso hizo que todo brillara con especial intensidad.
Nuestro guía se llamaba Eduardo Viñuales. A lo largo de dos días, de su mano, fui aprendiendo todo sobre Ordesa, sus ríos y cascadas, su fauna y flora, y los hombres que hicieron posible este grandioso parque nacional, porque hubo que pelearlo, y mucho; pero también fue la ocasión de descubrir a un gran naturalista y fotógrafo; estoy segura de que dentro de un tiempo alguien hablará de Eduardo como uno de aquellos pirineístas que contribuyeron a su preservación y a su divulgación.
Eduardo nos contaba todo con un gran conocimiento y el mayor afecto. Una combinación que las personas que nos dedicamos a la educación, como es mi caso, sabemos muy bien que funciona, pues solo es posible transmitir de forma verdadera aquello que entiendes y que amas. Eduardo te hace ver con una mirada científica y con una mirada poética. Puede citar todos los accidentes geográficos del lugar, a todos los seres vivos del entorno, pero también tiene nombre para todos los colores, para todos los sonidos y sabe de las gentes que habitan o han habitado allí.
Recorrimos el bosque de la Pardina del Señor, el camino de Turieto y la ruta de las cascadas. Visitamos la antigua cárcel de Broto con sus interesantísimos grafitis realizados por los presos desde el siglo XVI hasta inicios del XX.
Más que hacer grandes caminatas o recorrer muchos kilómetros, se trataba de descubrir, de comprender, de conocer, de sentir… Cada uno desde su mirada o sus miradas: fotográfica, pictórica, botánica, auditiva, científica, ambiental… Hasta tener ganas de saber más, hasta desear volver cuando todavía no te habías ido.
En Sarvisé descubrí el bosque más espectacular que he visto en mi vida. En realidad, el bosque de la Pardina del Señor no pertenece al Parque de Ordesa, pero estando tan cerca, no te lo puedes perder. Es una ruta en coche en la que vas parando en lo que nuestro guía llamaba ventanas para contemplar la diversidad de árboles y colores: abetos, hayas, arces, álamos temblones, abedules, quejigos…, verdes, amarillos, dorados viejos, naranjas, granates… Era una alucinación en colores.
También caminamos desde la Pradera de Ordesa hasta Torla por el camino de Turieto bajo, el antiguo sendero que utilizaban sus habitantes. Ahí contemplamos el bosque desde el interior, otro magnífico espectáculo de troncos y rocas, de tapices de hojas y de hongos. Sin perder de vista los colores, dominaban las líneas verticales y empezamos a disfrutar de los sonidos, de líquidos y hojas, de nuestras pisadas, de las aves…
No faltó el agua. Recorrimos el cauce del río Arazas, con su fluir verde y blanco, e íbamos deteniéndonos en diferentes saltos y cascadas, observando y escuchando el magnífico espectáculo de su caída entre las paredes rocosas. Diferentes generaciones convivimos aquellos dos días como en los mejores juegos, los destinados a personas de 6 a 99 años. Ballena nos había proporcionado una lista de alojamientos de la zona y, lo más importante, la organización y el acompañamiento de las rutas guiadas. Lo suficiente para sentirte a gusto en el grupo y libre al mismo tiempo.
Creo que hay un deseo que todos los que estuvimos compartimos, pues así lo comentamos en el momento de separarnos: esperamos que Ballena Blanca se anime y nos proponga periódicamente otras visitas que nos permitan disfrutar de nuestro entorno natural, tan rico y variado, en compañía de sabios como Eduardo. Porque cuidas mejor aquello que conoces.
Si quieres tener la oportunidad de participar en viajes únicos como éste, hazte socio/a de Ballena Blanca.