Texto: David Ruyet
El debate sobre el papel de la energía nuclear para producir electricidad suele ser aburrido o, peor aún, estéril. Las posiciones a favor y en contra pocas veces se plantean desde la lógica económica, sino desde opiniones que -a menudo- consideran argumentos morales o éticos.
Como ejemplo, dos de los típicos argumentos de los partidarios del SÍ y del NO: “Todas las energías son necesarias en el mix” (¿Sí? ¿Por qué? ¿En todos los sistemas eléctricos? ¿En cualquier geografía?, o “¿Nuclear? No, gracias” (muy educado, pero infantil y claramente insuficiente).
Para llevar el debate a un terreno menos subjetivo (o sea, el aséptico coste-beneficio), el Bulletin of the Atomic Scientist ha desarrollado un potente calculador sobre los costes del ciclo nuclear. Se trata de una asociación poco sospechosa de ser tachada como frívola: en su “Board of Sponsors” se citan hasta 16 premios Nobel. Herramientas como esta permiten racionalizar el debate, valorando otras cuestiones clave para el medio ambiente, como el coste del ciclo de combustible nuclear completo, las emisiones evitadas o el almacenamiento de los residuos.
Y es que la conclusión, así, es muy simple: la energía nuclear no es mala. Ni buena. Simplemente resulta ser cara. Mucho.
Imagen: Central Nuclear de Trillo. Autor: Tnarik Innael.