Por primera vez en el país, un gobierno regional aconseja a los habitantes de zonas oseras cómo actuar ante el aumento de osos que se acercan a los pueblos por la recuperación de la especie.
Texto: Carolina Rueda | Cangas del Narcea (Asturias)
La reunión tuvo lugar este viernes en la Casa de Cultura del Ayuntamiento de Cangas del Narcea y asistieron unos 30 vecinos de la zona. En ella la Administración hizo recomendaciones para aumentar la seguridad de las personas y evitar la habituación de los osos.
“Un oso habituado es el que ha perdido la respuesta de huida ante la proximidad humana”, define el biólogo de la Fundación Oso Pardo, Fernando Ballesteros. Aun así, añade, “eso no significa que sean peligrosos. Suelen ser muy pocos los ejemplares que pueden convertirse en conflictivos”. La del viernes fue la primera de las charlas previstas en todos los municipios oseros de Asturias que se impartirán hasta el próximo mes de abril para explicar a los vecinos qué tienen que hacer si un oso se acerca a sus pueblos, una circunstancia cada vez más frecuente debido a la recuperación de la especie en los últimos años. Aunque la Administración y los expertos insisten en que el oso pardo europeo no es peligroso, reconocen que la convivencia con el animal en un entorno tan humanizado puede llegar a generar situaciones de conflicto, por lo que se hace necesaria la prevención para reducir el riesgo tanto para los humanos como para los propios osos, que pueden acabar muertos de manera ilegal. Con ese objetivo, además de la celebración de estas reuniones, trabajará una ‘patrulla oso’ integrada por cinco agentes especializados que seguirán un protocolo de intervención.
En los últimos diez años solo se ha tenido que actuar en dos ocasiones para expulsar a osos que presentaban comportamientos de habituación. Uno de ellos acudía a alimentarse de manzanas a plena luz del día sin alertarse por la presencia de personas en el concejo de Somiedo; el otro visitaba frecuentemente las basuras de pueblos del Concejo de Quirós. Aunque no se ha producido ningún ataque a humanos, la Administración reconoce que hay que prevenir. “Hay que anticiparse al conflicto y que no pase que un día salga la noticia y se diga que cómo es posible que haya ocurrido esto si ya se sabía”, afirmó la Consejera de Desarrollo Rural, María Jesús Álvarez, durante el encuentro con los vecinos celebrado el viernes pasado.
En la charla, el experto de la Fundación Oso Pardo explicó cuáles son los comportamientos normales de un oso y aquellos que empiezan a dejar de serlo, y advertía de lo que no se debe hacer ante la visita del plantígrado: “Los osos evitan los encuentros con humanos. Nos tienen miedo. Pero en la cordillera cantábrica los pueblos ofrecen recursos alimenticios que les interesan. Por eso se acercan, generalmente de noche”. El biólogo subrayó que este comportamiento no es anormal ni resulta un peligro. El problema puede empezar cuando el animal aprende a relacionar el entorno humano con la obtención de comida fácil y acude de manera recurrente. “En esos casos se tiene que intervenir para evitar la habituación”, señala el experto, y “desde luego lo que no se tiene que hacer es ir a sacarse fotos con él , ni mucho menos dejarle comida. Son líneas rojas que no hay que pasar”.
Por otra parte, es muy improbable un encuentro fortuito con un oso en el medio natural, pero en ese caso, “si el oso nos ha localizado, se debe conservar la calma, hablar suavemente y alejarnos despacio para que identifique que no somos un riesgo para él”, describe José Tuñón, director de la Fundación Oso de Asturias. “Nunca echar a correr, ni gritarle, ni amenazarle”.
Aunque no fue contenido del coloquio, los expertos reconocen que también están preocupados ante otra causa de habituación de osos: los puntos de observación turísticos demasiado cercanos a los animales. En uno de ellos, al borde de una carretera, se ha podido observar a una hembra con una cría a plena luz del día y con nutrida presencia humana. “Esa cría está creciendo con la idea de que no debe temer al hombre”, explica el biólogo. “Creemos que esa hembra prefería la presencia humana al riesgo de perder la cría por el ataque de un macho adulto, que nunca toleraría esa proximidad humana”.
Uno de los objetivos de estas reuniones es permitir a los vecinos expresar cuáles son las cuestiones que les preocupan con respecto al oso. “No son los mismos osos, me da miedo oscurecer fuera de casa”, decía un vecino de la pequeña aldea de Valdebóis, ubicada en la Reserva Integral de Muniellos, santuario del oso. “Nunca tuve miedo al oso pero ahora sí desde que un día lo vi a plena luz comiendo de una colmena. Tengo cuatro manzanos alrededor de mi casa. Me gustan los osos y me gusta verlos en las fotos, pero que no me toquen las manzanas”, sentencia.
El alcalde de Moal, otro pequeño pueblo junto a Muniellos, pedía que la presencia de los osos no condicionara la vida de los ganaderos y propietarios de frutales, y se quejaba de las cantidades que se pagan para compensar los daños que hace el plantígrado. Otro vecino, de Ibias, quería saber “cuánto dinero se lleva el oso y por qué no se da al propietario de los terrenos. Todo esto es una parafernalia para mover dinero”. Otras intervenciones redundaban en pedir a la Administración que se hable más de los problemas que consideran importantes, como la manera de fomentar el desarrollo para los pueblos.
La Administración asturiana recuerda que la especie sigue estando en peligro de extinción, aunque las cifras estén aumentando (no menos de 300 ejemplares en la cordillera cantábrica) y el coordinador de la estrategia del oso pardo en la comunidad, Víctor Vázquez, decía gráficamente ante los vecinos que “la pérdida de cualquier ejemplar por causas no naturales es inadmisible”. Un mensaje lleno de contenido en un momento en que aumentan las quejas por las pérdidas económicas que genera el animal, y se analizan todavía las causas de la muerte del oso aparecido en enero en la misma zona en la que se encontró otro ejemplar muerto por disparos en el mes de septiembre, ambos en las proximidades de Muniellos.
Foto: Un oso joven come manzanas en el pueblo asturiano de Somiedo (Fundación Oso Pardo).
2 comentarios
El mensaje del que denomina «experto» a los 30 vecinos de los pueblos, yo soy uno más, es igual que cuando en el fantástico vídeo de El hombre que plantaba arboles https://youtu.be/x93pRH4QeHE un Guarda forestal se acerca al protagonista, afamado conservador del entorno y que plantaba arboles, que no se podían encender fuegos en el monte.
Es igual de ridículo. Lo único que hace es que la población local, acostumbrada desde siempre a convivir con El Oso (antes de Paca y Tola los mataban y ahora les hacen fotos desde casa) piensen que el oso pueda ser peligroso, como ese vecino que inquirió que «no son los mismos osos». Basta de montajes de estos y lo que hay que hacer es trabajar por erradicar el furtivismo, más vigilancia, por ejemplo nocturna que al día de hoy no existe, y de poner en la piel de nuestros osos comportamientos más propios de úrsidos de otras latitudes no habituados a convivir con el hombre. Buena política de indemnizaciones y mayor vigilancia.
Pues yo no viviría en un pueblo donde hay rondando osos ,que miedo ,antes son las personas y los osos dan mucho miedo .