Texto: Sara Acosta | París
Ilustración: Pablo Dávila
Francia hizo el año pasado un experimento que salió bien: pagar por ir en bici a trabajar. Durante seis meses, de junio a noviembre, 18 empresas voluntarias de varias ciudades del país abonaron 25 céntimos de euro por cada kilómetro que sus empleados recorrían en bicicleta. Al final de la prueba, se había duplicado el número de ciclistas y el uso de las dos ruedas como medio de transporte. El éxito llevó al Gobierno de François Hollande a incluir la medida en la Ley de Transición Energética aprobada este verano. Pero ha sido la semana pasada, durante la Cumbre del Clima, cuando el Senado fijó las condiciones económicas para sus beneficiarios. “El reembolso será de hasta 200 euros al año, que las empresas pueden deducirse de las cotizaciones sociales”, apuntaba esta semana en Le Bourget la ministra de Ecología, Ségolène Royal.
Aunque no todos están contentos con el nuevo texto, pues rebaja el pago por kilómetro respecto al test del año pasado y solo deberán ponerlo en marcha las empresas que quieran, de forma voluntaria. “La coalición de la bici está indignada de este vuelco en plena COP21, cuando el transporte causa el 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Francia”, ha explicado la Federación Francesa de Usuarios de la Bicicleta (FUB).
En este país, el sistema fiscal ya permite a las empresas pagar la mitad del abono de transporte público a sus empleados y deducirse esa cantidad de las cotizaciones sociales, pero algo así no existía para la bici. Lo interesante, a pesar de las críticas, es que la medida ya está cambiando los hábitos de desplazamiento en las ciudades, donde se genera el 40% de las emisiones. Lo demostró el experimento del año pasado, pues el 19% de las personas que solía ir en coche al trabajo cambió su vehículo por la bici, y el 54% dejó el transporte público por darle a los pedales, como concluye un informe de la Agencia de Medio Ambiente y Control de la Energía (ADEME). “Motiva mucho recibir una compensación por el medio de transporte que se elije, eso fue lo que me decidió”, comenta Franck Souchal, empleado de la empresa Valophis, una de las 18 voluntarias de 2014.
Hasta junio, el director de comunicación de esta compañía que vende y alquila casas para personas de bajos salarios en las afueras de París, iba a trabajar en transporte público. “Así he dejado un asiento libre en el metro. La gente está convencida de que el coche o el transporte público es lo más cómodo, pero el día que descubres la bici, resulta un gran placer y es mucho más rápida”. Souchal solía hacer una carrera con un compañero de trabajo: él tardaba pedaleando 15 minutos en recorrer 6 kilómetros, y su colega, en coche, 30 minutos. Y al final del año, su cuenta bancaria contaba con 300 euros más. La nueva norma, que aún puede cambiar, rebaja a 200 euros el máximo que los ciclistas recibirán, pero como Souchal, muchos dicen que aunque no les pagaran, ya no darían marcha atrás. “Uno de mis compañeros ha vendido el coche. Ahora va en bicicleta hasta las puertas de París y ahí toma el tren hasta el trabajo. A mí la prueba me ha convencido. En bici soy feliz».
7 comentarios
La primera impresión del titular es que el ciclista debe pagar por ir en bici, no que el Estado le pague a él. Sería mejor modificarlo.Por ejemplo a «ser pagado».
Tienes razón santaklaus, el titular confunde y mucho.
Mi sueño de toda la vida: que me paguen por hacer lo que más me gusta.
Pero cuanta ventaja nos llevan los franceses.
Salut!
Buenisimo. Ahora que saquen una ley para pagar por las vidas que destruyeron en siria (123.000 muertos) a cambio de sus 60 muertos en un atentado. Por dios, como nos venden pavadas los medios de comunicación, y lo peor es que la gente compra diariamente
Esto es extraordinario ojalá los demás países del mundo copien esta medida. !!!!
Aprendamos de los valientes que están trabajando por el ambiente!!!
Una magnifica idea,de tantas que , estoy seguro, deberian extenderse por todos los lugares